Saturday, February 04, 2006

My own private Glücksvogel

Uno de esos muertos que estoy enterrando de una buena vez por todas es mi vida sentimental. Siempre estuvo marcada por un elemento trágico, para decirlo rápido y mal. El primer novio fue un tipazo, pero yo no estaba dispuesta a atarme a nadie a los 17. Perrié como Dios manda, sin sufrir, hasta los 19. Luego vino Igor, que me dio vida de la peor. Tras él, cuatro anios después -ejem- vendría una nueva fase golfa con un sino de búsqueda que, dada la aleatoriedad del método, sólo podía traer desdichas. La primera historia fue feliz, con un gringo de New Orleans. Klasse, aunque confieso que exageré un poco en el catre. Gracias al email se fraguó un malentendido maravilloso con el Kelón barcelonés, que tuvo un final operístico o garcia marquiano, si me pemito la pedantería boba. El Kelón se refugió en su caparazón y yo quedé paseando triste por Espania, en una maratón agotadora de soledad. Como prueba de despecho fui a despedirme de Dan y (lo sabría el anio pasado) de la ciudad. Luego vino el idiota del chat (yo viví en carne propia los riesgos emocionales de esta puerca tecnología) con quien hice un viaje amargo como la hiel al Perú. Como será de encantador el destino turístico que me gustó incluso bajo esas circunstancias tan absurdas. Quedé, literalmente, de psiquiatra. Fuí unos tres o cuatro meses, hasta cuando me dí cuenta -invocando involuntariamente a Woody Allen- de que el psiquiatra comenzó a hablar más que yo durante las sesiones. Estaba curada!! Luego vendría la aventura de la oficina de ingenieros, en la que fui amablemente marraneada por mis socios y una época en la que parrandié en forma por cuenta de mis amigos de Las Moscas, a pesar de las penurias económicas de mi hogar (o quizás debido a ellas? necesitaba un escape!). Free lancer, pobre montando en bus de $400 y fumando Pielroja pero duenia y seniora de mi tiempo. Y luego, Deutschland. Pero esa es otra historia, no sólo de otro post sino de otro blog.

Pero ahora, después de otro trayecto bastante accidentado y bizarro, estoy en un remanso de paz y de felicidad. Qué horror no poder encontrar otras palabras que no sean tan convencionales!! Cuánto almíbar! Cucharadas de felicidad!!

Ejercicios porque sí

No entraré a discutir ni a quejarme ni a justificarme. El hecho de que nadie me haya invitado no quería decir tampoco que me prohibían venir, no?? (No pasará inadvertido que en mi adolescencia hubo bastante de palmípedo en fiestas, no??).

Aquí están:

1. Mis estornudos. Soy la única persona que conozco que estornuda tan extranio. Un estornudo mío es una serie de entre 3 y 8 estornudos cortos, intermitentes. Trato de dar un respingo en el último, a veces no lo logro. A veces logro hacerlos bien insonoros, estando en cine o en teatro por ejemplo. A la gente que recién me conoce siempre tengo que aclararle que espere hasta el final para decirme "Salud", porque si no me interrumpen la secuencia y quedo tan fastidiada como cualquiera cuando lo interrumpen en esas.

2. Odio que me revuelvan el arroz en el plato con la salsa. El arroz debe permanecer seco, de preferencia servido en una tacita aparte. Por mí comería como los indios y los asiáticos, cada cosa servida en una coquita aparte, uno se sirve una porción chica de lo que quiera, SIN revolver..

3. No bebo cuando como. Tengo amigos que me suplican que por favor tome algo, que ellos se atoran sólo de verme no hacerlo!

4. En la universidad me dormí siempre en clase. Por eso adquirí el hábito de colorear en los cuadernos, para no hacer el oso de dormirme. Mis cuadernos parecían siempre de ninio de primaria.

5. Me encanta comprar cosas de papelería: lápices, colores, papeles, estilógrafos. Me encanta tenerlos, así nunca los use.