Esa frase me la dijo alguien en el baño de un barsucho hace 10 años, el día en que estaba celebrando mis 23 primaveras. Del día yo había hecho una réplica de lo que era mi vida y me estaba divirtiendo de lo lindo. La frase, con la que una piadosa testiga de la escena desdeñosamente trataba de sacarme del oso que estaba haciendo, no la entendí más que como un desafío para seguir la juerga esa noche y los siguientes 5 años. Luego siguió habiendo party, pero ya menos salvaje, en otro escenario en donde todo me era más sensual -vendrían los años alemanes. Sólo una vez, hace poco, volví a recordar la frase desde el fondo submarino de un guayabo de marinero y la sentí caer sobre mí por primera vez con toda su contundencia por seguir siendo válida después de casi 10 años. Pasaría algo gracioso, y es que luego recordaría un par de situaciones en las que lo único que hizo falta para morir de la resaca fue recordarla. Menos mal que no lo hice.
Hoy ya es frase de otros libretos, ya no le tengo puesto.
Monday, August 15, 2005
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